Para comprender de mejor manera el mundo del perro, resulta indispensable considerar dos elementos de suma importancia: percepción y acción. Ambos delimitan la realidad del animal, en la que cobran sentido únicamente los objetos que puede percibir y su respuesta frente a esos estímulos.

explicación sobre el mundo del perro en quito

Es trascendental reconocer la forma en la que los perros se desenvuelven en el mundo. Lo que tiene que ver con su alimentación y su interacción social, incluida la sexualidad.

Observar lo que los perros perciben desde su punto de vista y no interpretar desde el nuestro, no humanizar sino intentar captar los objetos y estímulos que son significativos para ellos. Es decir sintonizarnos con su subjetividad.

Cada animal tiene su propia realidad dictada por lo que huele, oye y ve. Aquello que puede percibir es lo que le da sentido a los objetos. Pese a que estamos rodeados de estímulos, muchos pasan desapercibidos y captamos solo algunos, debido a la naturaleza de nuestros sentidos. Así sucede con los perros, salvo que ellos y nosotros no olemos, oímos ni vemos de la misma manera. Por lo tanto distinguimos la realidad de maneras diferentes. Para entender a un perro hay que comprender primero nuestras diferencias biológicas, tanto morfológicas como fisiológicas.

Podemos reforzar esta idea si pensemos un momento en lo que representa un árbol para una hormiga, quizá es su hospedero, su refugio; sin embargo, estos insectos difícilmente percibirán las ramas del mismo árbol como lo hace un colibrí. Para el ave puede ser el sitio perfecto para construir un nido e incubar sus huevos. Nosotros, podríamos ver en él un lugar de descanso a la sombra, un sitio para una buena lectura o un agradable ornamento. Para un perro, en cambio, esta materia vegetal cobrará sentido sólo después de que otro can haya orinado allí y con esto el árbol pasa a ser un medio que permite la comunicación entre ellos.

Para nosotros los objetos cobran sentido por la utilidad que les damos. Para los perros no es así. Una sandalia por ejemplo, dependiendo de quien la mire, es un cómodo accesorio que nos ayuda a caminar dentro de casa o un juguete apetecible con un agradable rastro de nuestro olor personal.

En el mismo sentido hay objetos que para nosotros tienen cierto valor pero que para el perro no representan nada especial. Por ejemplo, un envase plástico que conservamos de una ocasión especial carecerá de sentido para nuestro perro, a menos que le demos un significado concreto para el can como juguete. De manera similar podemos darle un significado compartido a un obstáculo para saltar o al sitio en el que duerme el perro, pero para ello es necesario que le enseñemos este significado, obvio para nosotros, a nuestro perro.

Como menciono en el artículo “Las cuatro claves para comprender mejor a tu perro”: es fundamental distinguir los elementos relevantes del mundo del perro para comprenderlo desde su perspectiva. Considerar sus capacidades, su experiencia y sus formas de comunicación para interpretar correctamente lo que el perro siente, sabe y entiende.